En el momento de su temprana muerte, el 5 de diciembre de 1791, a los 35 años, había escrito 626 composiciones, incluyendo 22 óperas (algunos citan 23), 1,3 20 misas, 49 sinfonías, 66 arias, 27 conciertos para piano, y un largo etcétera. Cuando un hombre ha tenido una vida excepcional se tiende a imaginar que su muerte no puede ser común, más aún cuando está envuelta de enigmas, como es su caso. No es extraño que ello haya despertado el interés médico por conocer las verdaderas causas de su muerte.3
En los últimos años de la vida de Mozart su penuria económica era tan grande que tuvo que pedir frecuentes préstamos a amigos y benefactores. Constituyó un ejemplo más, de tantos, de grandeza ligado a la pobreza...Por ello, su funeral fue el más barato posible y fue enterrado en la fosa común del cementerio sin una lápida. En esa época los cuerpos se enterraban, junto con otros, en dos capas, que se cubrían con cal. Posteriormente las tumbas se reabrían y se añadían nuevas capas de cadáveres, sin que se realizase ninguna anotación sobre los allí enterrados. De ahí la imposibilidad de encontrar y estudiar sus restos.4,5
Existen descripciones escritas sobre los males y síntomas que le afectaron en la última etapa de su vida, cuya interpretación ha dado lugar, hasta ahora, a la elaboración de unas 150 hipótesis diferentes y múltiples especulaciones respecto a las causas de su muerte.5 Estos aspectos fueron analizados con detalles por la doctora Faith Fitzgerald de la Universidad de California, en Davis.5
Su último episodio de enfermedad comenzó el 20 de noviembre de 1791, con fiebre alta, dolor de cabeza, sarpullidos cutáneos, dolor e inflamación en brazos y piernas, irritándole fuertemente el canto de su canario preferido. La semana siguiente sufre de vómitos y diarreas e hinchamiento corporal, necesitando ayuda para sentarse en la cama. Y el proceso sigue deteriorándose, permaneciendo consciente hasta la noche del 4 de diciembre, cuando comenzaron sus delirios y entró en la situación de coma que desemboca en su muerte, que sus médicos atribuyeron a una "severa fiebre miliar", un concepto vago e impreciso.5
Una de las hipótesis más difundidas y populares fue la de su envenenamiento, debido a la envidia, achacando la autoría al compositor Antonio Salieri.3 Constanza, la viuda de Mozart, llegó a tener sospechas al respecto; y, cuando Salieri en 1823 desarrolló una demencia senil, llegó a autoinculparse del envenenamiento de Mozart.6 Sin embargo, con los datos disponibles, no existe una base científica que avale esa posibilidad, mientras que del resto de más de un centenar de causas manejadas, las más adecuadas parecen ser las defendidas por la doctora Fitzgerald, y la más reciente, elaborada por el doctor Jan Hirschmann, recién publicada en la prestigiosa revista médica Archives of Internal Medicine. Mozart el genio parece haber muerto de Fiebre reumática.
Fuente :http://bvs.sld.cu/revistas/mgi/vol23_01_07/mgi22107.htm
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