5 de agosto de 2006 / Antonio Verdiles
El escritor Truman Capote definió a Marilyn Monroe como "Una adorable criatura". Su carrera artística, así como su vida personal, fueron de lo más tormentoso. Constantes flirteos con los barbitúricos terminaron por ser el desencadenante de su muerte.
Su carrera como estrella del celuloide es conocida por muchos y ya se han escrito centenares de sesudos escritos al respecto. Lo que quiero exponer aquí es más versado sobre su dramática desaparición, lo que no es más que otro capítulo de su auténtica vida de película.
Como en todos los sucesos pertenecientes a la crónica negra que son protagonizados por gente de la repercusión de Marilyn Monroe, suelen estar rodeados de dos -o más- versiones. La versión oficial acerca de la muerte de Marilyn Monroe nos habla de una sobredosis de barbitúricos y demás medicamentos para alteraciones mentales. Dicho suicidio mediante medicamentos podría estar causado por una profunda depresión provocada tras la ruptura de su relación con el por entonces presidente John Fitzgerald Kennedy -relación conocida o sospechada por mucha gente en la época-.
Pero existen otro tipo de teorías, fundamentadas en los campos oscuros de la investigación posterior a la aparición del cadáver de Marilyn Monroe, las que más intrigan y llaman la atención en la actualidad. Dichos puntos negros se basan principalmente en las cosas "anormales" que pasaron desde el preciso instante en el que la policía es notificada de la muerte de la actriz.
Según diversas teorías conspiranoicas, la versión oficial se tuerce desde el preciso instante en el que la asistenta de Marilyn Monroe, Eunice Murray, la encuentra muerta en la cama con el teléfono en la mano. Ya que tarda en llamar a la policía dos horas. Para cuando la policía llega a la casa para realizar las primeras pesquisas, la criada ha tenido tiempo de limpiar y fregara a conciencia la estancia e incluso de poner determinadas prendas de ropa y ajuar de cama en la lavadora para su limpieza.
El primer investigador encargado del caso, el sargento de policía Jack Clemmons, comentó desde el primer momento que tenía serias sospechas de que se trataba de un caso de asesinato, y de que tenía intención de iniciar las pesquisas necesarias para iniciar la resolución y hallazgo del culpable o culpables del mismo. A los pocos días fue relevado del caso.
Los análisis forenses, realizados por el Dr. Noguchi, en una de sus conclusiones dictaminaron que no encontraron en el estómago los residuos de pastillas que se presumían como causa principal de su muerte. Por otro lado, el análisis de la piel de la actriz no encontraron ninguna marca de jeringuilla.
En cambio, una marca encontrada en el colon de Marilyn Monroe condujo a los médicos a dictaminar que un enema por vía rectal fue el medio por el cual las sustancias tóxicas pasaron a la sangre de la actriz. Por lo tanto, ahora queda por dictaminar si dicho enema se lo aplicó ella misma o, si por el contrario, alguien se lo aplicó.
Desde aquí, y siempre siguiendo la teoría de la conspiración, se abren ramificadas otras tantas posibilidades, en las que se pueden encontrar desde tramas políticas a más alto nivel; incluyendo la acción de agencias gubernamentales y secretas; e incluso intervenciones de relevantes miembros de la mafia estadounidense como Sam Giancana. Sin duda son tramas de suma sordidez y que para nada asociaríamos o querríamos asociar al recuerdo de Marilyn Monroe.
Muy difícilmente se conocerán algún día todos los detalles del caso. Detalles que confirmen definitivamente o desmientan la teoría oficial. Lo único claro es que en la madrugada del 5 de agosto de 1962, en una habitación de la casa situada en el número 12305 de Fifth Helena Drive, en Los Ángeles, murió una actriz y nació un mito.
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